Mira que dije que no iba a alimentar más a la serpiente, pero en este mundo del 24, cuando están dando ya los 47, lo mismo Mr. M. se equivocaba y no hay ya ni serpiente , o la han despellejado y ahora forma parte de un bolso de B&L.
Lo que duele el bolígrafo después de tantos años sin «cogerlo». El caso es que aquí estoy, levantándome a diario a cumplir con mis obligaciones, que nunca son suficientes ni agradecidas, llevando la existencia anodina que tanto temi en tiempos mejores, y llegando exhausto a la noche (que ya nunca es noche, sino vigilia, a pesar de las tilas y las infusiones relajantes; por no caer de nuevo en melatoninas y crucifixiones a base de antidepresivos, por no hablar de las rebajas hiperfelicitantes de la psicología).
Y sí, taciturno conduzco al puesto de trabajo deseado y triste retorno al «hogar, dulce hogar», pira de los «deseos garantizados y los sueños rotos».
Lo peor de todo es que ni la MÚSICA, o tan solo en breves y esporádicos momentos, esa herramienta revolucionaria que me acompaña desde el final de la infancia, es capaz de devolverme la esencia de lo que creo que soy, o que fui, o que coño sé yo…
Para más inri de esta mierda de mundo moderno, si no comulgas con la felicidad universal que todos hemos alcanzado gracias a los bienes de consumo, la televisión, la telaraña o cualquier otro asunto artificioso, tus congéneres te atacan como avispas, siendo tú la enfermedad y ellos los anticuerpos.
De ahí la retroalimentación, del hecho de la no escapatoria, de haberte convertido en un «outcast», de que te acusen del daño que estás provocando, cuando buscan la comprensión y tú estás en el hoyo, «dolo y muerto de frío»… y así más piedras a los bolsillos y así más puñaladas de los que pretenden salvarte, y así, exigiéndote que te desnudes, sin refugio, ni fuego, ni calor… llegado el mumento pues de no desear ni luchar ni abandonar el estado en el que te encuentras.
Postdata: Sturm und Drang de Lamb of God, cachos de carne.