«Ningún hombre sabe nunca cuándo es feliz; sólo puede saber cuándo lo fue»

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Las cuatro nobles verdades del Buda:

1) La primera verdad es que toda la vida es sufrimiento. Si no consigues lo que quieres, sufres. Si obtienes lo que deseas, sufres. La vida humana es como un fuego que chisporrotea entre todo lo que se logra y no se logra.

2) La segunda verdad afirma que el deseo de placer, o, peor aún, el deseo de permanencia en una creación donde todo se mueve, sólo puede hacer más intenso el fuego. Esto significa que cuando se apague, tanto mayores serán el dolor y la pena.

3) La tercera verdad, (ya que nos deleitamos en los cinco sentidos, tratando de evitar el dolor y el sufrimiento), dice que, para evitar el sufrimiento es preciso no añadir más leña al fuego.

4) La cuarta noble verdad es que para apagar la llama de esta penosa existencia, es necesario seguir el óctuple camino.

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El óctuple camino:

· Puntos de vista correctos.

· Correctas intenciones o finalidades.

· Palabras justas.

· Acciones justas.

· Vida correcta.

· Esfuerzo adecuado.

· Conciencia justa.

· Concentración debida.

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Cinco normas (reglas) morales:

– No matar.

– No robar.

– No mentir.

– No embriagarse.

– No entregarse a la sexualidad.

La siesta educativa de los padres

Ha llegado a la pantalla de mi ordenador el siguiente artículo del periodista Carles Capdevila:

Educar debe de ser una cosa parecida a espabilar a los niños y frenar a los adolescentes. Justo lo contrario de lo que hacemos: no es extraño ver niños de cuatro años con cochecito y chupete hablando por el móvil, ni tampoco lo es ver algunos de catorce sin hora de volver a casa. Lo hemos llamado sobreprotección, pero es la desprotección más absoluta: el niño llega al insti sin haber ido a comprar una triste barra de pan, justo cuando un amigo ya se ha pasado a la coca.

Sorprende que haya tanta literatura médica y psicopedagógica para afrontar el embarazo, el parto y el primer año de vida, y que exista un vacío que llega hasta los libros de socorro para padres de adolescentes, esos que lucen títulos tan sugerentes como Mi hijo me pega o Mi hijo se droga. Los niños de entre dos y doce años no tienen quien les escriba. Desde que abandonan el pañal (¡ya era hora!) hasta que llegan las compresas (y que duren), desde que los desenganchas del chupete hasta que te hueles que se han enganchado al tabaco, los padres hacemos una cosa fantástica: descansamos. Reponemos fuerzas del estrés de haberlos parido y enseñado a andar y nos desentendemos hasta que toca irlos a buscar de madrugada a la disco. Ahora que al fin volvemos a poder dormir, y hasta que el miedo al accidente de moto nos vuelva a desvelar, hacemos una siesta educativa de diez o doce años . Alguien se estremecerá pensando que este período es precisamente el momento clave para educarlos. Tranquilo, que por algo los llevamos a la escuela. Y si llegan inmaduros a primero de ESO que nadie sufra, allá los esperan los colegas de bachillerato que nos los sobreespabilarán en un curso y medio, máximo dos. Al modelo de padres que sobreprotege a los pequeños y abandona los adolescentes nadie los podrá acusar de haber fracasado educando a sus hijos. No lo han intentado siquiera. Los maestros hacen algo más que huelga o vacaciones, y la educación es bastante más que un problema. Pido perdón tres veces: por colocar en un título tres palabras tan cursis y pasadas de moda, por haberlo hecho para hablar de los maestros, y, sobre todo sobre todo, porque mi idea es -lo siento mucho- hablar bien de ellos. Sé que mi doble condición de padre y periodista, tan radical que sus siglas son PP, me invita a criticarlos por hacer demasiadas vacaciones (como padre) y me sugiere que hable de temas importantes, como la ley de educación (es lo mínimo que se le pide a un periodista esta semana). Pero estoy harto de que la palabra más utilizada junto a escuela sea ‘fracaso’ y delante de educación acostumbre a aparecer siempre el concepto ‘problema’, y que ‘maestro’ suela compartir titular con ‘huelga’. La escuela hace algo más que fracasar, los maestros hacen algo más que hacer huelga (y vacaciones) y la educación es bastante más que un problema. De hecho es la única solución, pero esto nos lo tenemos muy callado, por si acaso. Mi proceso, íntimo y personal, ha sido el siguiente: empecé siendo padre, a partir de mis hijos aprendí a querer el hecho educativo, el trabajo de criarlos, de encarrilarlos, y, mira por donde, ahora aprecio a los maestros, mis cómplices. ¿Cómo no he de querer a una gente que se dedica a educar a mis hijos? Por esto me duele que se hable mal por sistema de mis queridos maestros, que no son todos los que cobran por hacerlo, claro está, sino los que son, los que suman a la profesión las tres palabras del título, los que mientras muchos padres se los imaginan en una playa de Hawai están encerrados en alguna escuela de verano, haciendo formación, buscando herramientas nuevas, métodos más adecuados. Os deseo que aprovechéis estos días para rearmaros moralmente. Porque hace falta mucha moral para ser maestro. Moral en el sentido de los valores y moral para afrontar el día a día sin sentir el aprecio y la confianza imprescindibles. Ni los de la sociedad en general, ni los de los padres que os transferimos las criaturas pero no la autoridad. ¿Os imagináis un país que dejara su material más sensible, las criaturas, en sus años más importantes, de los cero a los dieciséis, y con la misión más decisiva, formarlos, en manos de unas personas en quienes no confía?

Las leyes pasan, y las pizarras dejan de ensuciarnos los dedos de tiza para convertirse en digitales. Pero la fuerza y la influencia de un buen maestro siempre marcará la diferencia: el que es capaz de colgar la mochila de un desaliento justificado junto a las mochilas de los alumnos y, ya liberado de peso, asume de buen humor que no será recordado por lo que le toca enseñar, sino por lo que aprenderán de él.

Gracias por el apoyo.

El planeta libre (La belle verte)

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Estupenda cinta dirigida por Coline Serreau, fue estrenada sin pena ni gloria en 1996. Gracias al boca a boca y a la difusión por las redes sociales ha llegado a convertirse en un filme filosófico, que analiza en profundidad la sociedad que creamos y vivimos día a día.

La película ofrece diversos aspectos de nuestra alienada sociedad, sus distorsiones, sus contradicciones, los caminos sin salida en los que a veces transitamos, y muchas conductas aberrantes que dentro de las pautas de la civilización solemos juzgar como normales. De igual manera el film nos ofrece un muestrario de todas aquellas cosas asombrosas que pueden pasar en nuestras vidas si logramos conectar con otras realidades y otros niveles de conciencia.

«En un lejano plan­eta, dis­curre el año 6000. Sus habi­tantes son seres muy avan­za­dos, que viven aprox­i­mada­mente unos 250 años, han pre­scindido de los obje­tos mate­ri­ales y se comu­ni­can telepáticamente.

Han alcan­zado el grado máx­imo de civ­i­lización gra­cias a una vida sen­cilla y ecológ­ica. Esa vida feliz a la que está acos­tum­brada choca con el caos de un París estre­sante, lleno de rui­dos y con­t­a­m­i­nación, con una comida hor­ri­ble, y donde una cosa prim­i­tiva lla­mada dinero todavía está en uso».

Pueden verla en el siguiente enlace:

Una película para pensar.

Terrazas de cultivo sobre el riachuelo de la localidad extremeña de "El Gasco"

Terrazas de cultivo sobre el riachuelo de la localidad extremeña de «El Gasco»

Historia-Matemáticas-Sociología

Filosofamos hoy con Louis Althusser (1918-1990). Se propuso devolver a Marx su carácter científico a través de una nueva lectura de su obra. “Si se me pidiese que resumiese en unas palabras la tesis esencial que he tratado de defender en mis ensayos filosóficos, diría: Marx fundó un ciencia nueva, la ciencia de la Historia. Y añadiría: este descubrimiento científico es un acontecimiento teórico y político sin precedentes en la historia humana. Y precisaría: este acontecimiento es irreversible”.
Althusser criticó la transformación del marxismo en una filosofía humanista y defendió el marxismo como una teoría científica que estudiaba los mecanismos objetivos de la explotación capitalista y la construcción del socialismo.
Toda su obra está marcada por la filosofía y la política: de un lado, la lucha contra el capitalismo y la militancia comunista; de otro, la filosofía marxista como el arma teórica de la lucha política.

Fuente: Revista Filosofía Hoy (facebook).