Cáceres

Probé la miel de los más sagrados
y exquisitos altares,
y le tengo más miedo a la penumbra
que a una noche profunda.
Me gusta el precipicio,
observar los límites, sentirlos,
vivir en nebulosas estelares.
Mi enemigo me empuja,
me atrae al centro del mundo…
Me estrello con la realidad más absurda.
Qué instante no merece,
por ser tan frágil y breve,
llamarse felicidad.
Todo saldrá bien, egoístas.
Pero me están matando,
¡no me dejáis vivir!

Antolín Álvaro Sanz

…hace mucho, mucho tiempo.