El planeta libre (La belle verte)

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Estupenda cinta dirigida por Coline Serreau, fue estrenada sin pena ni gloria en 1996. Gracias al boca a boca y a la difusión por las redes sociales ha llegado a convertirse en un filme filosófico, que analiza en profundidad la sociedad que creamos y vivimos día a día.

La película ofrece diversos aspectos de nuestra alienada sociedad, sus distorsiones, sus contradicciones, los caminos sin salida en los que a veces transitamos, y muchas conductas aberrantes que dentro de las pautas de la civilización solemos juzgar como normales. De igual manera el film nos ofrece un muestrario de todas aquellas cosas asombrosas que pueden pasar en nuestras vidas si logramos conectar con otras realidades y otros niveles de conciencia.

«En un lejano plan­eta, dis­curre el año 6000. Sus habi­tantes son seres muy avan­za­dos, que viven aprox­i­mada­mente unos 250 años, han pre­scindido de los obje­tos mate­ri­ales y se comu­ni­can telepáticamente.

Han alcan­zado el grado máx­imo de civ­i­lización gra­cias a una vida sen­cilla y ecológ­ica. Esa vida feliz a la que está acos­tum­brada choca con el caos de un París estre­sante, lleno de rui­dos y con­t­a­m­i­nación, con una comida hor­ri­ble, y donde una cosa prim­i­tiva lla­mada dinero todavía está en uso».

Pueden verla en el siguiente enlace:

Una película para pensar.

Terrazas de cultivo sobre el riachuelo de la localidad extremeña de "El Gasco"

Terrazas de cultivo sobre el riachuelo de la localidad extremeña de «El Gasco»

LAS CUATRO LEYES DE DESCARTES, CONTADAS POR ÉL

«Me bastarían estas cuatro leyes, siempre que tomara la resolución firme y constante de no faltar ni una sola vez a su observancia:
-La primera: no aceptar nada por verdadero a menos que lo conociera con evidencia; evitar las conclusiones precipitadas y los prejuicios más que lo que se presentara tan clara y distintamente a mi mente que no hubiera posibilidad de ponerlo en duda.
-La segunda, dividir cada una de las dificultades que examinaba en tantas partes como pudiera y en cuantas fueran necesarias para resolverlas bien.
-La tercera, conducir ordenadamente mis pensamientos, comenzando por los más simples y más fáciles de conocer, y subir poco a poco, como por grados, hasta el conocimiento de los más complejos.
-Y por último, hacer siempre recuentos tan completos y revisiones tan generales que se pueda estar seguro de no omitir nada”.
«Discurso del método»

Fuente: Revista Filosofía Hoy (facebook).