Dualidad

Al igual que la luz es una dualidad onda-corpúsculo, todos los conceptos y todas las cosas materiales, todos los razonamientos y sentimientos, acciones…presentan un dualismo, una contradicción, pues es seguro que esta dualidad presenta propiedades diferentes, contrarias, pero a la vez, igual de lógicas y razonables, igual de correctas.
La dualidad de los conceptos individualidad-colectividad en la organización o estructura social es, quizá, socialmente el más importante. ¿Qué hacer? Buscar el progreso de la humanidad dando al completo la vida de uno mismo (para perderse el final de la historia, ¡qué dolor!) o, por el contrario, alejarse de todas las responsabilidades y convivir asocialmente con los caprichos y el egoismo, sin duda, el mayor placer para una persona (la verdad, o más bien, lo acertado está dentro de cada uno). Se llega a la conclusión de que el único posible es un equilibrio (deformado e incluso roto, pues no hay igualdad entre las individualidades que componen el sistema; ¡peor sería el caso de la no diversidad!).
Ser hipócrita o sincero. Todos decimos que deseamos ser coherentes con nuestros pensamientos y vivir en paz y armonía con todo lo que nos rodea, pero que no podemos hacerlo porque ninguno va a hacer lo que nosotros, con lo que seremos estafados. ¡Nunca se será engañado si uno hace lo que desea!
Así, nos comportamos vilmente y mentimos ante el primer contacto. Declaramos culpable a todo lo que no conocemos, aun sabiendo que la inocencia es la más hermosa de las debilidades.
Agradezco, aunque no demasiado, la estabilidad que, de vez en cuando, mi mente me brinda, esa normalidad que encuentro tan lejos en los momentos en que todo me parece basura o en aquellos en los que yo mismo parezco un desecho de lo que pudiera llegar a ser. Recupero la razón media y me dedico a sentir la felicidad. Pero, sin duda, el sentimiento más directo, instantáneo, surge cuando me encuentro conmigo mismo y elimino la doble moral, el desdoblamiento real de mi interior (supongo, por supuesto, que todos sufrimos una doble personalidad, a lo mejor, por no vivir aislados). Es en esos dulces, con un toque de ácidos, momentos cuando no me inporta nada de lo que me rodea, simplemente está. Olvido lo que me molesta y absorbo lo que me agrada. Observo bellos paisajes en movimiento y fuentes me bañan de esplendores renacientes…calor, al fin y al cabo, si se puede llamar así al sentimiento.
Realmente, es el humano un ser muy complejo, debido en mayor parte a su comportamiento, unas veces lógico, otras tantas ilógico, impredecible. La existencia es un divagar, una lucha (siempre un equilibrio) entre estas dos personalidades. Porque lo que nos provoca el bienestar, la felicidad, ocomo quiera llamarse eso que sentimos algunas veces, incluso en raras ocasiones; la alegría de corazón, es independiente del camino por el cual se haya conseguido. Aunque, a fin de cuentas, ¿quién dice qué es lógico y qué no?
Finalmente, encuentro en la vida y la muerte la dualidad más fuerte, más pronunciada; a la vez, lo indistinguible. Quizás, la pregunta que me haga a diario sea si merece la pena vivir, pertenecer a este sucio club que es la humanidad. Mas, si mueres, ¿no es peor eso, (me refiero al no existir), que, al menos, luchar por lo que consideres correcto? ¿Y si no se considera nada correcto?
Bien sabido por todos es que morimos un poco cada instante de tiempo transcurrido. ¿No sería mejor adelantar este reloj, conocido ya el final? Vivimos para morir, sí, pero no es excusa para olvidar el inevitable hecho de que, al comenzar a razonar sobre todo esto, ya llevamos arrastrada nuestra historia. A veces, tengo un destello, una comparación de la vida con una función, de valor cero en los extremos, creciente en principio, decreciente al final. ¡Cuántos nos habrán dejado voluntariamente en el máximo!
No sé, me resulta bastante extraña (casi inaceptable) la versatilidad de mis razonamientos. ¿No será que me he quedado en el “tintero” una tercera opción?

Antolín Álvaro Sanz

…cuando todavía era capaz de pensar mágicamente.

«Una excelente manera de defenderte de los demás es procurar no parecerte a ellos.»

Marco Aurelio

«El placer y el dolor se acuestan en la misma cama.»

Proverbio checo

«Por estas dos cosas no debe uno enfurecerse nunca; por lo que pueda remediar y por lo que no pueda remediarse.»

Thomas Fuller

Homenaje a los libros

Leyendo un libro de acertijos matemáticos de Bernardo Recamán, me encuentro con un par de citas relativas a los libros, que bien merecen una pequeña entrada en este humilde blog:

«Cuando consigo un poco de dinero

compro libros, y si me sobra algo,

compro comida y ropa».

Erasmo

libros

«De los diversos instrumentos del hombre,

el más asombroso es, sin duda, el libro.

Los demás son extensiones de su cuerpo.

El microscopio, el telescopio, son extensiones

de su vista; luego tenemos el arado y la espada,

extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa:

el libro es una extensión de la memoria

y la imaginación.

Jorge Luis Borges

Mañana de resaca.

Sentado en el banco de un parque, el ruido de fondo de la ciudad se va haciendo cada vez más imperceptible. Ahora el gris del cemento se ha transmutado al verde del césped. Los coches, petrificados, se han convertido en frondosos árboles de increíbles especies. Las vallas ya no son de ladrillos y de alambre, sino de rosales que, curiosamente, siempre están en flor. Todo resplandece de vivos colores, ante la silenciosa lluvia de fotones. Pero yo me escondo detrás de unas gafas de sol.
Aquí puede comprobarse la riqueza de personalidades de la colectividad humana, persistentes aún, a pesar de la actual tendencia uniformista. Personas mayores pasean con sus nietos, única prueba de su existencia en este mundo, esperando con tranquilidad (brota en mi consciencia la palabra resignación, mala semilla) su muerte. Pensarán, supongo, en lo maravilloso de la continuidad (una anciana toma de la mano a un pequeño niño, le está enseñando a dar sus primeros pasos). ¿Cómo de grande será una vida?¿Cómo se mide esa grandeza?
Los maduros, gente establecida, descansa y disfruta del frenético e inhumano ritmo (¿he dicho inhumano?, más bien impersonal, ese es quizás el término exacto) que la sociedad impone para la supervivencia, más o menos digna. Conversan con su pareja y dedican tiempo (¡qué término más equívoco!) a sus hijos, ofreciéndoles respeto y compasión, armas contra la extinción. Muchos niños son felices; no encenderán esa mañana la televisión.
También llegan los ecos de la juventud. Es la hora del “cañeo” y, como no, a mí también me apetecería comprar unos litros de cerveza y acompañarlos con algo de fumar, si tuviera a alguien a mi lado. Mas yo me refugio en mis divagaciones, altamente parecidas al razonamiento de un enfermo mental.
El constante susurro de los chorros de agua…
(acabo de comprender definitivamente que no hemos evolucionado en absoluto, ya no tenemos pelo en todo el cuerpo y hemos desarrollado una tecnología inusual en la naturaleza. Me pregunto: ¿de qué sirve todo eso si nos seguimos basando en los mismos instintos?
Una niña ha llegado hasta mi lado caminando a tropezones. Me ha dirigido una sonrisa en la que cabían todas las estrellas del Universo, ansiedades de poetas y luces del invierno. Sonriendo también, le he sacado la lengua, lo que ha hecho que se ría y salga corriendo hacia su padre, intentándole comunicar su impresionante hallazgo. Más tarde, ella ha visto acercarse a otra niña, un poquito mayor, con un carrito de muñecas. Sólo iba a observarlo, quizá a compartir algún sueño, pero la otra sólo ha sabido interponer sus manos y defender con frialdad lo que parece de su propiedad. ¿Es a esto a lo que quedamos reducidos?)
…se mezcla con los ritmos, poco trabajados, de algún timbal, símbolo de alternatividad y lucha en un mundo que podría, pero que no deja, expresar nuestros sentimientos más profundos. El arte muere a costa de la producción.
Me resulta extraño el hecho de no sentirme solo, a pesar de no haber hablado con nadie desde hace casi dos horas. Mi entorno ofrece paz, ofrece vida, posee algo desconocido que evita que me levante y vaya a cumplir con mis obligaciones (autoimpuestas, al fin y al cabo, por mi imaginación).
En realidad, es éste uno de los pocos estados en los que disfruto de la felicidad. Últimamente, he sentido cómo se hundían todos mis postulados bajo su propio peso, careciendo de sentido. En principio, me pareció que todo era resultado de varios sucesos acaecidos en mi vida, pero
ahora creo que no ha sido una regresión, sino un avance, doloroso (como todo cambio)…miento, me estoy negando a escribir lo que siento.
Me encuentro solo ante un mundo que no entiendo y que ni siquiera sabe de mi existencia. ¿Quién me acompaña en el dolor?¿Y en la alegría? Nadie. Las personas se acercan y se alejan de mí rápidamente, como estrellas fugaces en una noche de verano. Busco la eternidad y se que no la encontraré jamás. La muerte, la he encontrado, pero soy demasiado cobarde para hacer lo que quiero realmente.
El momento de felicidad se difumina, la estabilidad no tarda en desmoronarse. Quiero ser feliz pero no puedo serlo porque lo deseo, porque no espero a la vida, sino que la devoro mentalmente, oculto tras unas ojeras, redentor de mi propia persona.
Solo y loco; me hundo en mi timidez, en mi desgracia, en la falta de confianza en los demás y en mí mismo, que me hace huir de todas las situaciones, perdiéndome todo lo que me ofrece la vida, pues no actúo, presa del pánico. Tembloroso e incapacitado para moverme, pasas como un tren por mis ojos, llevándote muy lejos el sucio trapo que es mi alma. ¡Devuélvemela, límpia y perfumada!, por favor.
Me quedo solo y loco; hablando conmigo mismo, aparentando una demencia que no estoy seguro me pertenezca. Dudo del futuro (cada día más negro, cada noche más muerto), trato de olvidar el pasado, hermoso, mas duro y doloroso. Mientras tanto, malgasto mi presente a base de crisis infundadas, perdida ya toda fe, negado cualquier tipo de creencia. Sin ilusión, me es imposible alcanzar una meta.

Antolín Álvaro Sanz

…hace mucho, mucho tiempo.

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Esclavos del dinero, del trabajo, del comercio. Enganchados al sexo, a la comodidad, a la cocaína, a la cocina. Sirviendo a la rutina, a los tópicos, al gobierno, al espíritu de la información universal. Compra envoltorios, compra porros, compra cerveza, compra estilo, ruido, discos de la banda o de reincidentes en nada y para nada. Compra castigo, gloria, definición y soltura. Vive sueños dorados, realidades generalizadas. Vívelo todo, no vivas nada. Sé feliz, sé auténtico, no cambies, no te repitas. Véndete, sé útil, no seas narcisista, anula tu personalidad. Odia E.T.A., piensa en ti, ten compasión, lucha, sufre, fuma, bebe, come, folla. Deslízate entre ambos (…), busca tu extremismo. Usa tus extremidades, coherencia. Imagina, crea, produce, anúnciate con extravagantemente inútiles ropas de vivos e intensos colores, o con el gris, mezcla ponderada de blancos y negros. Todo o nada o lo otro. Infinito, tres cuartos o cero. Escucha, platica, defeca en áureos retromanantiales; lee verborrea, diarrea, babea senos turgentes, necesita vaginas ingentes. Punto.
Y aparte:
¿Qué teoría o modelo subyacente implica la verdad, purista desbocada? ¿Qué norma de conducta, heurística de la vida? Ninguna. Nada que escuchar con caracolas atascadas de cera, nada que ver tras gruesos cristales deformantes y convergentes, nada que decir para evitar lo inevitable, para cambiar lo etéreo, para alcanzar lo imposible, para detener, o acelerar la utopía del tiempo.
En mi casa tengo una torre de Babel en una caja de Pandora, una bicicleta, un juego, lechugas y biotripis. Conéctate a Internet. Desaparece.
Ahora puede apagar su equipo.

Antolo Mágico

…nunca.