Los últimos niños; Gudrun Pausewang

30093287En una biblioteca en desuso de un CPR cualquiera me encontré con este pequeño pero intenso libro. Escrito para adolescentes yo, con cuatro décadas a las espaldas, no pude soportar el deseo de leerlo.img_20170207_162643

La historia que me encontré, además de sorprendente, me resultó inquietante, me recordó mi infancia, tiempo aquel cuando todavía se palpaba la tensión de la guerra fría y la posibilidad de una guerra nuclear devastadora.

La introducción se compone de un poema escrito por Jörg Zink, que paso a transcribir:

AL PRINCIPIO DIOS CREÓ EL CIELO Y LA TIERRA

«Después de millones de años

el hombre fue, por fin, suficientemente inteligente,

Dijo: ¿Quién habla aquí de Dios?

Yo mismo tomo mi futuro en mis manos.

Y lo tomó,

y comenzaron los últimos siete días en la tierra.

En la mañana del primer día,

el hombre decidió

ser libre y bueno, bello y feliz.

No ya a semejanza de un dios,

sino de sí mismo.

Y porque tenía que creer en algo,

creyó en la libertad y en la felicidad,

en la bolsa y en el progreso,

en la planificación y en la seguridad.

Y para sentirse seguro,

llenó el suelo bajo sus pies

con raquetas y cabezas nucleares.

En el segundo día del último tiempo, murieron los peces en las aguas

de las zonas industriales,

los pájaros en el polvo de la fábrica química,

que iba destinado a las orugas,

la liebre en las nubes de plomo de las calles,

los perros falderos en el bello color

rojo de la salchicha,

el arenque en el aceite del mar

y en los residuos del fondo del océano.

Pues los residuos eran activos.

En el tercer día,

se secó la hierba en los campos

y las hojas en los árboles,

el musgo en las rocas

y las flores en los jardines.

Pues el hombre hacía el tiempo

y distribuía la lluvia según un plan preciso.

Hubo sólo un pequeño error

en el ordenador que distribuía la lluvia.

Cuando descubrieron el error,

las barcazas estaban sobre el fondo seco

del bello Rhin.

En el cuarto día,

de cuatro mil millones de personas

tres mil millones dejaron de existir.

Los unos, por las enfermedades

que el hombre había cultivado,

pues alguien se olvidó de cerrar los recipientes

que estaban preparados para la próxima guerra.

Y sus medicamentos no sirvieron de nada.

Hacía ya demasiado tiempo que habían sido ingeridos

con las cremas para la piel y con los alimentos.

Los otros murieron de hambre,

porque alguien había

escondido las llaves de los graneros.

Y maldecían a Dios,

que les debía la felicidad.

Pues, ciertamente, ¡Él era el buen Dios!

En el quinto día,

los últimos hombres apretaron el botón rojo,

pues se sentían amenazados.

El fuego envolvió el globo terrestre,

las montañas ardieron y los mares se evaporaron

y los esqueletos de cemento en las ciudades

estaban negros y echaban humo.

Y los ángeles en el cielo vieron

cómo el planeta azul se volvió rojo,

después marrón sucio y, finalmente, gris ceniza.

E interrumpieron su cántico

durante diez minutos.

En el sexto día,

se fue la luz.

Polvo y ceniza cubrieron el sol,

la luna y las estrellas.

Y las últimas cucarachas,

que habían sobrevivido en un bunker de raquetas,

perecieron con el desmesurado calor,

que no les sentó bien.

En el séptimo día,

hubo calma.

Por fin.

La tierra estaba desierta y vacía,

la oscuridad invadía las grietas y

las hendiduras que habían reventado

en la corteza terrestre.

Y el espíritu del hombre irradiaba

sobre el caos cual fantasma de la muerte.

Muy abajo,

en el infierno, sin embargo,

se contaban la emocionante historia

del hombre que tomó en su mano su destino,

y las carcajadas retumbaban

hasta el coro de los ángeles.»

Una lectura muy recomendable que, en cualquier de los casos, nos ha de recordar los claros peligros de las armas nucleares, las cuales debieran desaparecer completamente de la faz de la Tierra.

Gudrun Pausewang

Gudrun Pausewang

Para saber más

Indignados/Felices (la gran utopía); 2011

indfrentePartiendo de un somero análisis de la situación social mundial en 2011, Antonio Romero Grano de Oro nos sumerge en un futuro próximo crítico que desemboca en un futuro ideal a medio plazo para el conjunto de la humanidad. La historia se narra intercalando momentos reales actuales, situaciones críticas medianamente plausibles y un futuro idílico para el hombre, quizá basado en lo que se propone en los documentales de «Zeitgeist», ya nombrados en el presente blog.

El libro es la narración de un cambio utópico de la humanidad, simplemente eso, como reza el título, una «gran utopía». Una crítica realista del libro incluiría avances en la Física y viajes interestelares poco creíbles, un sesgo occidentalizado, una temporalización de los cambios históricos muy rápida y demasiada fe en la inteligencia humana, porque, aunque se trate de un relato utópico, éste parte de la sociedad actual, que más bien vive cada día más idiotizada por la televisión (véase Idiocracia) y por el uso real de internet (que, en lugar de liberarnos de ella, nos está abocando como especie hacia una incultura abrumadora).indtrasera

No obstante, el libro se deja leer, es entretenido y provoca, al menos, un deseo de cambio personal a mejor en la espera de que cambiemos a mejor como colectividad. A pesar de ello, durante toda su lectura, se me ha venido a la cabeza una palabra: ingenuidad.

Desde un punto de vista filosófico, se tratan temas transcendentales como, en mi opinión, es el asunto del destino de la humanidad a través de viajes interestelares de colonización y expansión de la vida por nuestro universo conocido. También, en otro orden, aparece la dicotomía relativa a la igualdad de derecho entre los seres humanos y la desigualdad injusta que, de hecho, existe en nuestras sociedades. Pero quizá sea en el ámbito político donde esta obra ofrece unos pensamientos, sino profundos, al menos, revolucionarios.

Sin querer contar mucho más ni de argumento ni de temática, comentaría que las descripciones del «planeta» me han parecido demasiado «terrestres», si bien el relato de la guerra me ha resultado apasionante.

El Decálogo:

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«Aunque hayamos reconocido la cara de la realidad, los seres humanos tenemos el derecho y la obligación de seguir soñando, pues soñar es una manera de avanzar hacia algo mejor para todos«.

En cualquier caso, es un libro corto, ameno y fácil de leer. Eso sí, se nota que el autor es de Badajoz.

«Todos somos aficionados: en nuestra corta vida no tenemos tiempo para otra cosa».

Charles Chaplin