Vosotros, poetas, habéis hecho del amor una inmensa impostura: el que nos toca en suerte parece menos hermoso que esas rimas emparejadas como dos bocas una sobre otra. Y, sin embargo, ¿qué otro nombre le podemos dar a esa llama que resucita, como el Fénix, de su propia combustión, a esa necesidad de hallar de nuevo por la noche el rostro y el cuerpo que por la mañana hemos dejado? Pues algunos cuerpos son refrescantes como el agua, y sería bueno preguntarse por qué los más ardientes son los que más refrescan.
♥ ∞ ♥ ∞ ♥ ∞ ♥ ∞ ♥
¿Apreciáis la belleza? Sí, la belleza femenina. Anacreonte es un buen poeta y Sócrates un gran hombre, pero yo no comprendo cómo se puede renunciar a esos orbes de carne tierna y rosada, a esos cuerpos tan agradablemente distintos del nuestro, en donde se penetra como conquistadores en una ciudad engalanada de flores para ellos. Y si esa alegría miente y esas galas engañan, ¿qué más da?
Opus Nigrum, Marguerite Yourcenar