Siempre bajo presión,
intentando actuar de forma adecuada,
siguiendo los valores impuestos,
observando cómo la vida pasa,
preso de los más absurdos inventos:
moral, familia, Dios, tiempo.
Como un peón,
destinado a las más grandes glorias
o condenado al cruel sacrificio
en pos del bien común….
Soporto mi propia cruz,
(símbolo maldito de suplicio)
formada a partir de la memoria,
instrumento inútil de la humanidad.
Tremendos errores:
hipocresía, egoismo, miedo, rencor.
Odios injustos,
nacidos de la semilla del prejuicio.
Pánico a nuestra personalidad,
en oposición al modelo idiota de individuo.
Demasiado ciegos
para olvidar el instinto de supervivencia.
Propensos a humillar y despreciar
a quien nos ofrece algo nuevo, exótico,
dueños de la razón absoluta, mentimos
para conseguir nuestros fines.
Demasiado humanos, en definitiva,
para ceder, para bajar del pedestal
del centro del Universo. Así…
…armate uno, che,
dejá el agua correr.
Antolín Álvaro Sanz
—hace mucho, mucho tiempo.
«Aquellos que ven en cada desilusión un estímulo para mayores conquistas, ésos poseen el recto punto de vista para con la vida.»
Johann W. Goethe