«Ningún hombre sabe nunca cuándo es feliz; sólo puede saber cuándo lo fue»

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Las cuatro nobles verdades del Buda:

1) La primera verdad es que toda la vida es sufrimiento. Si no consigues lo que quieres, sufres. Si obtienes lo que deseas, sufres. La vida humana es como un fuego que chisporrotea entre todo lo que se logra y no se logra.

2) La segunda verdad afirma que el deseo de placer, o, peor aún, el deseo de permanencia en una creación donde todo se mueve, sólo puede hacer más intenso el fuego. Esto significa que cuando se apague, tanto mayores serán el dolor y la pena.

3) La tercera verdad, (ya que nos deleitamos en los cinco sentidos, tratando de evitar el dolor y el sufrimiento), dice que, para evitar el sufrimiento es preciso no añadir más leña al fuego.

4) La cuarta noble verdad es que para apagar la llama de esta penosa existencia, es necesario seguir el óctuple camino.

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El óctuple camino:

· Puntos de vista correctos.

· Correctas intenciones o finalidades.

· Palabras justas.

· Acciones justas.

· Vida correcta.

· Esfuerzo adecuado.

· Conciencia justa.

· Concentración debida.

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Cinco normas (reglas) morales:

– No matar.

– No robar.

– No mentir.

– No embriagarse.

– No entregarse a la sexualidad.

¿EL HOMBRE ES BUENO?

Para Rousseau (1712-1778), sí. Y lo es por su naturaleza. En el origen de esta reside un ser moral que nos lleva a amar lo bueno y odiar lo malo en nuestra relación con los semejantes y con nosotros mismos. Pero si “todo está bien al salir de las manos del autor de las cosas, todo degenera en manos de los hombres”, afirma Rousseau en «Emilio». Con sus palabras, el filósofo da un nuevo impulso a la teoría del buen salvaje que defiende la virtud, amabilidad y confianza de los hombres en el llamado estado original de naturaleza. Desde aquel hasta nuestros días, el hombre –cuyo ideal es la libertad y la justicia en armonía con el orden universal– ha sufrido una perversión o distorsión de lo que le es propio, de su ser, y le ha hecho prácticamente irreconocible suponiendo un problema diferenciar las cualidades originarias de las artificiales.

Fuente: Revista Filosofía Hoy (facebook).