
El viernes 7 de Noviembre se estrenó Interstellar, de Christopher Nolan y directamente, tras venir de trabajar, comer algo y descansar un poco, fui al cine a verla. No voy demasiado al cine, es más, no voy casi nunca, pero no me arrepiento cuando voy, porque normalmente elijo muy bien los títulos que quiero ver y que por diversos motivos, me interesan. Es el caso de esta película, de la cual me llegaron noticias por algún blog que no recuerdo, hace más o menos un par de meses. Bien, no me ha defraudado en absoluto…¡me ha encantado! La forma de narrar la historia, los tiempos, las imágenes del espacio exterior, los efectos especiales. No digo que sea perfecta pues, como toda película de ciencia ficción tiene algunas contradicciones, pero es cierto que se nota un asesoramiento científico por parte de algún físico (soy físico y está muy bien construida), y también se la podría achacar en algún momento cinco o diez minutos de «paja».
Pero lo que realmente me ha hecho pensar en escribir esta publicación es la historia que cuenta, o más bien, el anhelo humano que muchas veces me asalta, la «fibra sensible» que toca con el guión, que no es ni más ni menos que la colonización del espacio por parte de la raza humana. Desde siempre me ha apasionado la astronomía y la astrobiología, el cosmos, el universo y el infinito. No obstante, desde hace algunos años vengo pensando que los seres humanos como especie hemos evolucionado y, tras miles de años, logrado desentrañar grandes secretos de la naturaleza como son sus fuerzas fundamentales (gravitatoria, electromagnética, débil y fuerte, en una primera aproximación). Hemos desarrollado una tecnología que, si no es lo suficientemente eficiente, nos ha llevado a una contradictoria situación de bienestar en algunos lugares del planeta y otras situaciones bien distintas en otras zonas de la Tierra. Desde luego, desde el punto de vista ético, esas diferencias son las que primero debieran desaparecer. Posteriormente hablaríamos sobre el respeto al resto de seres vivos que pueblan este verdadero edén dentro de nuestro sistema solar y quién sabe si de toda la galaxia (estoy seguro que hay vida en muchos rincones del universo, pero éste es muy, pero que muy grande).
Todo lo anterior me lleva a una conclusión evidente (en mi opinión personal, por supuesto) que es nuestra obligación de intentar expandirnos por el sistema solar, por la galaxia y, en última instancia, por todo el universo… Puede parecer (y es) una idea muy prepotente y posiblemente inabarcable…mas únicamente con los medios de los que disponemos actualmente y con las leyes físicas que hemos logrados desentrañar. Creo firmemente en la capacidad humana de lo peor, pero también de lo mejor (si hubiera perdido esa creencia, seguro que no podría seguir enseñando matemáticas a los jóvenes). Con nosotros, expandiríamos la vida por otros planetas yermos, sembrando posibilidades futuras. No es posible ahora, pero el afán de superación debe servir para intentarlo, para estudiar formas de viajar, aunque sea en un medio de transporte que tarde generaciones en llegar a puerto, a las estrellas. Se ha de potenciar la investigación científica para intentar avances en teorías que puedan llevarnos a atajos temporales en tan largas travesías. Se ha de fomentar la investigación para, antes de partir, haber logrado información de posibles destinos compatibles con nuestra existencia o que puedan ser transformados de tal manera que permitan su colonización. (También deben proveerse fondos económicos para la investigación por otras muchas y muy importantes razones como puede ser la salud, el bienestar de todos, la conservación de la naturaleza…).
Es nuestra obligación como especie, como especie «inteligente» en este planeta, el darnos cuenta que no podemos jugar todo a una carta, que el futuro no nos pertenece pero comienza con nosotros, que debemos llegar y terraformar Marte si es posible, que hemos de llegar a lunas de Júpiter o de Saturno, como sea y cuando sea. Que tenemos que emprender este viaje para las generaciones venideras, pero que tenemos que emprenderlo ya (y dejar de perder el tiempo en tonterías intestinas como dependencias e independencias, referémdums 9N, días de patrias, luchas internas por diferentes creencias, ya sean religiosas o ideológicas, por economías, flujos monetarios o índices de riesgos de inversión en estados). Todos vamos en el mismo barco, de una manera u otra, formamos parte de algo mágico que no tendría porqué haber sucedido al suponer una violación de la segunda ley de la Termodinámica: la VIDA. Hagámosla llegar lo más lejos posible.
Más información sobre Interstellar:
La tercera
Xataka
