Una fría (aunque soleada) mañana de Febrero de 2012 me animé a hacer una de las visitas guiadas gratuitas que organiza turismo de Badajoz por el casco antiguo de la ciudad.Me resultó interesante por dos razones: la primera es que muchas veces vivimos en una ciudad y no nos interesamos demasiado por su historia o por conocer algunos de sus edificios emblemáticos; la segunda es que en esta ciudad, desgraciadamente, para poder entrar en algunos de dichos edificios es condición necesaria asistir a tales visitas guiadas o esperar a la Noche en blanco (de la cual ya publiqué una entrada en el presente blog), ya que si no es imposible entrar por «diversos motivos».Tal es el caso de Puerta Palmas, el Fuerte de San Cristóbal o la parte superior de la iglesia de la virgen de la Soledad (de estilo bizantino, sorprendente en Badajoz, única: la pena fue que olvidé la cámara y no pude tomar fotografías, aunque buscando pueden encontrarse algunas en la www).
He tardado dos años en volver a asistir a estas visitas guiadas (que repito: son gratuitas), pero este verano ya llevo tres (correspondientes al programa de Verano de Museos 2014): la del museo provincial de bellas artes del 11 de julio, la del fuerte de San Cristóbal del día 12 y la del museo extremeño e iberoamericano de arte contemporáneo del 26, aunque creo que no será la última porque el programa de actividades de este año, que es el sexto que se realiza, está bastante bien (adjunto el programa al final de la entrada).
A lo largo de los pequeños viajes que he realizado por Europa he visitado ciudades importantes y en casi todas existe la figura del guía de Free Tour. Esta idea, cuando tomé contacto con ella, me pareció realmente genial, ya que es una manera de tomar un primer contacto con la ciudad que estamos visitando, mostrándose durante la visita las cosas más importantes, haciendo el guía indicaciones de las cosas que, quedando más lejanas o requiriendo un tiempo especial, no pueden verse durante las tres o cuatro horas que duran estos Free Tour. Por norma general, estos guías son trabajadores autónomos y cobran su trabajo a través de las donaciones que el turista o el viajero les da al final de la visita, por lo cual, mientras mejor muestren la ciudad y te cuenten cosas interesantes de su historia o de la actualidad, se supone que más dinero reciben mediante las propinas.
El caso de los guías de estas visitas pacenses no es el de los Free Tour, ya que son personas contratadas, en principio para cada verano que se celebra el programa, por lo que no reciben ningún tipo de propina. En cualquier caso, cuando el guía lo hace bien, creo que hay que agradecer, al menos, con un aplauso de los asistentes a estas visitas. Por otro lado, he encontrado guías bastante buenas, que además de saber de historia y haber estudiado «el temario» de la visita en cuestión, le ponen ganas e interés (o sea, lo viven) y miran por el público diverso que pueden encontrarse.También se ha dado el caso en dos de las visitas de este verano, que la guía parecía tener bastante prisa por terminar o bien no era consciente que podría haber «espectadores» con algún tipo de problema de movilidad. De todas formas, como el asunto va de museos, las guías que enseñan las obras de arte dentro de éstos, hicieron muy bien su trabajo, explicando con detalle y respondiendo a cualesquiera preguntas que se les hicieran.
Badajoz no es una ciudad grande ni ha conservado demasiado bien su patrimonio a lo largo de los años, pero tiene más capacidad de sorprender de lo que podría uno pensar. Además, hay que decir que ha mejorado mucho durante la última década en cuanto a oferta turística, comodidades, infraestructuras y ocio. Y su posición la hace ideal como centro de operaciones para visitar Cáceres, Mérida, el Alentejo portugués o incluso Lisboa.
Esperemos que este tipo de proyectos y programas continúen realizándose durante los veranos y las visitas guiadas por el centro sigan haciéndose los primeros sábados de cada mes…porque es una manera de atraer al turista, al viajero, al hijo adoptivo de la ciudad y porqué no, al propio pacense de cuna.
(Fotografías tomadas con una cámara digital compacta Olympus FE-330 por el autor del blog)
(Pinchar para ampliar el folleto y las fotografías)
Hoy que se celebra la final de la segunda edición de un programa televisivo de cocina (tan de moda), me he sentido inspirado para hacer un sencillo plato, pero muy sabroso y contundente. Como la cocina es toda una «ciencia», publico esta entrada en dicha categoría y, como estamos en verano y los huertos de padres y familiares producen calabacines, berenjenas, tomates, pepinos, cebollas a más no poder, y los gallineros dan huevos caseros tan, tan diferentes de los que se adquieren en supermercados…en fin, que me he acordado de un tema musical que escuché en mi adolescencia y me resultaba tan divertido, que lo comparto, vía youtube, con los lectores de mi blog:
En cualquier caso, todo lo anterior es simplemente una excusa para poder publicar en este blog (que no es de cocina), una receta en homenaje de una compañera bloguera (que sí que tiene un blog de cocina: dulcedelimon) que hizo una magnífica aportación a través de sus comentarios en una de mis publicaciones y me animó a que publicara alguno de los platos que me gusta preparar. Ahí va:
1º) La base es una tortilla francesa a las finas hierbas, para la cual he utilizado tres huevos, albahaca, eneldo, orégano y romero.
2º) Por otro lado, se parten láminas no muy finas de berenjena, las cuales se deja reposar con un poco de sal y pimienta negra por encima durante unos 10 minutos. Después, se hacen a la plancha con un chorreón de aceite de oliva (en mi caso he utilizado uno de los mejores aceites del mundo, que es de la localidad pacense de Los Santos de Maimona) hasta que se doren (esto se puede hacer al mismo tiempo que la tortilla).
3º) En una sartén, con un poco de aceite, se sofríen ligeramente dos dientes de ajo, añadiendo posteriormente algo menos de 100 g de fiambre de pechuga de pavo cortada en daditos pequeños hasta que se dore. En ese momento se añaden unos 75 ml de nata de cocinar y no se deja de mover hasta que cuaja (pero no mucho).
4º) En un plato plano grande se pone como base la tortilla y encima de ésta las láminas de berenjena. Añadimos a continuación la «salsa» hecha con los ajos, el pavo y la nata, cubriendo las rodajas de berenjena. Vamos a partir un tomate en láminas de más o menos medio centímetro de grosor que iremos montando sobre la salsa de pavo y nata. Posteriormente espolvoreamos un poco de estragón y, encima de todo, unas láminas finas o taquitos muy pequeños de queso azul (al gusto, aunque no mucho, ya que es un queso con mucha fortaleza y, por tanto, aporta mucho sabor y aroma).
5º) Por último (y con el horno ya precalentado), se le da al plato un golpe de calor en el horno a 225-250 ºC durante unos 10 minutos, por arriba y por abajo (es decir, que se gratine).
Alguien con habilidad puede tardar entre 30 y 40 minutos en preparar esta receta para dos personas. Que aproveche a quien se anime a prepararlo (a mi me ha gustado bastante esta mediodía). Y si a alguno de mis lectores se le ocurre un nombre para esta receta (o quiere hacer cualquier tipo de observación), le agradecería compartiese su idea conmigo a través de un comentario en esta publicación porque, la verdad, a mí no se me ha ocurrido ningún nombre sugestivo.
Fue en una de aquellas sesiones cinematográficas que se celebraban en la residencia universitaria Hernán Cortés de Badajoz, la primera vez que vi, en versión original subtitulada, Pi, fe en el caos. Me quedé sorprendido, asombrado, perplejo al ver ese nuevo tipo de cine que mareaba por su ritmo caótico tanto en la estructura de la narración como en el tratamiento de las imágenes, casi como si siguiera la irracionalidad del propio número que daba título a la película. El estilo, que me ha recordado en alguna ocasión a David Lynch, es sin dudar ni un momento el justamente apropiado para desarrollar una historia que, estudiando Física como me encontraba en esos años. marcó quizá mi gusto especial por las películas que posteriormente fui visionando de Darren Aronofsky.
Como tema central la ciencia, la historia de la búsqueda de Dios y de la Verdad, resplandecen a lo largo de toda la narración, quemando al protagonista que, al final, decide perder el supuesto don que posee para las Matemáticas en contrapeso para el logro de un mínimo de felicidad en su vida. Thriller, casi película de misterio, logra reflejar la angustia de una investigación en las penumbras del conocimiento humano, la soledad y aislamiento mental y físico de un científico que se mueve en el filo de la navaja.
Posiblemente, Réquiem por un sueño sea una de las películas con mayor contenido emocional que haya visto en toda mi vida. Las aventuras y desventuras del pequeño grupo de adolescentes o la situación crítica a nivel social en la que se encuentra la madre convierten algunas escenas en sofocantes, casi esquizoides. El daño que puede hacer la televisión a personas con una débil personalidad emerge a lo largo de todo el filme, arrasando la vida de los protagonistas y llevándoles a un infierno del cual parecen ser conscientes que no van a escapar. Angustiosa, salvaje, irónica hasta el final, trata el tema de las adicciones humanas de una forma tan cruda, que realmente asusta.
Varios años después, cuando de forma casi inconsciente, había olvidado la existencia de este director, llegó a mis manos (y a mis ojos y a mis oídos y a mi piel) La fuente de la vida, que personalmente me parece una de las películas más preciosas que se hayan hecho jamás (aunque no sé porqué ahora se me pasa por la cabeza la cinta de animación «El viaje de Chihiro»). Ahora, el tema central es otro anhelo humano: la inmortalidad, escapar del destino universal, de la muerte. Pero la muerte es tratada durante todo el filme como la condición necesaria para el resurgir de nueva vida; el ciclo del eterno retorno.
Técnicamente, Aronofsky va trenzando tres historias (la búsqueda de la fuente de la eterna juventud, la lucha contra la enfermedad y el viaje astral hacia el infinito) que confluyen hacia el final épico, apoteósico, de la narración: el conocimiento, la comprensión y aceptación del ciclo natural de la existencia. Por otro lado, el tratamiento de la fotografía y de la imagen es espectacular, dotando de un ambiente mágico, irreal a las escenas. Creo que esta película debería ser vista por todos los occidentales, ya que ayuda a la comprensión de ese tema tabú en nuestra sociedad, la muerte.
Poco después vino El luchador, protagonizada por Mickey Rourke (quizá el mejor actor para esa historia). Una película sencilla que cuenta una sencilla historia, pero que trata un tema crucial en la sociedad: el abandono de lo inútil, de lo que ya no sirve a nuestros propósitos llevado al terreno de las relaciones humanas. Y posiblemente no haya un espectáculo más adecuado para mostrar esta futilidad y apariencia en tales relaciones humanas que la lucha libre, donde todo es mentira, un inútil teatro que sólo puede ofrecer una violenta farsa.
Hace un par de semanas visioné Cisne negro, que había estado reservando como un buen vino, por si al señor Aronofsky le daba por tardar demasiado en sacar una nueva cinta (como prácticamente así ha sido). Otra vez magistral, el tema elegido es el afán de perfección como obsesión humana, que puede llegar a asolar la vida de una persona y que, echando la vista atrás ya es un tema que aparece de manera tangencial en Pi, fe en el caos, aunque allí fuera la obsesión por encontrar «la verdad» del matemático.
Y así llegamos a Noé, la película que había estado esperando como agua de mayo desde que conocí la noticia de que Darren Aronofsky iba a estrenar una superproducción en 2014: He de reconocer que la primera vez que la vi no pude escuchar demasiado bien los diálogos y tampoco estar muy atento a las imágenes, pero aun así me quedó una sensación negativa respecto a la película, quizá debida a las altas expectativas que había puesto en ella. No vi mucho sentido a la historia, me pareció insulsa, trillada, forzada, artificial y artificiosa, con efectos especiales anodinos, personajes desligados y criaturas que no me pegaban ni con cola, como esos incomprensibles ángeles caídos (y escribo todo esto antes de ver por tercera vez el film, muy posiblemente en v.o.s.). Como no podía creer que me hubiera parecido tan mala una película que yo esperaba como muy buena, volví a ver la película y, aunque tampoco pude estar demasiado atento (a veces es complicado sacar dos horas y veinte minutos de total ininterrupción, porque realmente hay que ver esta cinta muy atentamente para captar todos los mensajes), he cambiado bastante de opinión.
Como primer punto, algo deben representar para Aronofsky las flores que Cam arranca al comienzo de la película, pues si no recuerdo mal, también aparecen en La fuente de la vida, siempre mostrando la relación del agua con la destrucción y la creación de vida. Como segundo punto, es posible que esta cinta sea un crítica a la religión en general, católica en particular (quizá en sintonía con los orígenes polacos de este magnífico director), aunque este sea un punto delicado y, desde luego, muy personal e íntimo. Puede considerarse también como una crítica a la historia bíblica, que podría haber contado un mismo fenómeno de muchas maneras distintas, y que no puede tomarse, obviamente, como verdad literal, a pesar de investigaciones que dan peso a hipótesis tales como la apertura del estrecho de Gibraltar que hubiera ocasionado una gran inundación en el este del Mediterráneo, al crearse este mar. Como tercer punto, se pone de manifiesto la idea de que ningún ser humano posee el derecho sobre la vida o la muerte de otro ser humano. Como cuarto punto, se trata el tema de la usurpación de recursos naturales que la especie humana ha realizado desde tiempos inmemoriales justificándola con la visión antropológica de que «la creación fue hecha para servir al hombre». Como quinto punto (y, en mi opinión, puede ser el tema central de la película) aparecen enfrentados dos conceptos importantes en el desarrollo humano: la fe y las creencias frente al razonamiento y, en última instancia, la ciencia y la lógica. El daño que las creencias ciegas provocan en uno mismo y el efecto que pueden llegar a tener o tienen sobre los demás es constantemente reivindicado a través de la figura de Noé y su dicotomía en torno a los «mandatos divinos» provenientes de las visiones y el sentido común de que no puede matar…(en fin, hay que ver la película porque no contaré nada más). Y, por último, la relación enferma y de poder del hombre hacia el hombre a través del engaño y de la usura, relación que queda representada por el pecado de la muerte de un hombre a manos de otro hombre (Caín y Abel). Relación que, sin la ambición de tomar más de lo necesario, no sería necesaria entre los hombres y, en último término, entre los seres vivos, convirtiendo en sagrada y divina la interconexión presente en toda la naturaleza. (Siempre raspando filosofías orientales este Aronofsky).
Si el objetivo de esta superproducción es el de intentar eliminar la ceguera colectiva de aquellos grupos de personas que reniegan de cualquier razonamiento frente a la fe (el caso, por ejemplo, de las ideas creacionistas), aplaudo con energía esta última creación de Aronofsky. Si el objetivo es el de hacer una gran taquilla, creo que hay superproducciones mucho más apropiadas y específicas para ello, más simples, llenas de superhéroes, y que cualquiera es capaz de ver y comprender sin darle muchas vueltas a la cabeza (además de pensar que es posible que fracase en taquilla, sobre todo por el tabú religioso aún presente y por la renuencia a nuevas interpretaciones que la gente suele mostrar). En cualquier caso, es una película que trata una historia presente en el folklore popular desde un punto de vista totalmente nuevo, con impresionantes efectos especiales (como está al uso en todo lo que sale actualmente en la industria cinematográfica) y con un elenco importante de buenos y grandes actores y actrices. Merece la pena. Y yo sigo apostando por Darren Aronofsky como uno de los grandes de la historia del cine…y si no, tiempo al tiempo.
Me han hablado de una pequeña tasca en la localidad pacense de Villanueva de la Serena donde se pueden comer algunas sencillas raciones. Aunque lo que tomaré cuando vaya a visitar el lugar serán algunas cervezas artesanales que el dueño fabrica y embotella para disfrute de los clientes: la cerveza SEVEBRAU.
He catado las tres de la fotografía, pero sé que hay un cuarto tipo que venden de cañero y también embotellada bajo una etiqueta verde. Muy posiblemente visite durante el verano esta pequeña cervecería y aprovecharé para tomar una fotografía de esta variedad de cerveza restante, que publicaré como un anexo de esta entrada. Como me gustan prácticamente todas las cervezas, no voy a dar opinión o hacer crítica de la cata de estas cervezas (para formarse una opinión personal, habrán de probarla), aunque dejo fotografías de las etiquetas traseras donde se dan someras indicaciones de sus características (para ver en tamaño completo, haz click sobre las etiquetas).
La fabricación de cerveza es toda una ciencia, además muy antigua, pues ya los eqipcios preparaban cerveza, aunque creo que con una graduación alcohólica menor que la actual y con bastante más fundamento alimenticio (y la tomaban para desayunar: yo también la he desayunado alguna vez, cuando era joven, sin haberme acostado anteriormente). En cualquier caso, hay en internet un magnífico documental sobre la cerveza que explica su historia y fabricación con todo detalle (está dividido en tres partes):
¡SALUD!
Por cierto, con todo esto, me he acordado de un tema del grupo alemán Tankard, que hizo las delicias de más de un adolescente: