El dilema.

«El dilema», domingo 16 de junio. 18:00 h, 20:15 h y 22:30 h. VOSE. Ciclo de Cine y periodismo. La película será presentada por Ana González, responsable de prensa del Teatro López de Ayala. Precio entrada general, 1 euro. Filmoteca / COC.El dilema. Basada en un caso real en el que Brown & Williamson, una de las principales tabacaleras del mundo, fue condenada por la justicia americana por añadir sustancias aditivas al tabaco que incrementaban el poder adictivo del mismo. Nos encontramos ante un thriller de despachos, historia de destrucción personal sin violencia, de un crescendo en suspense asombroso. Russell deslumbra con una interpretación que le debió haber dado el Oscar. Pacino y Plummer epatan.

Centro de Ocio Contemporáneo, Badajoz.

Bellota.

Una fresca mañana de otoño, un colega aficionado a la fotografía y yo, nos dimos un paseo fotográfico por los alrededores de la localidad pacense de Alconchel, la cual posee incluso castillo, algo no muy sorprendente por estas tierras.

La fotografía que muestro a continuación, una bellota, es el fruto de la encina, árbol típico de las tierras extremeñas. Con bellotas se alimenta primordialmente el cerdo ibérico, autóctono de la zona, del que se obtienen jamones pata negra, plumas, solomillos, secretos y abanicos ibéricos (carnes sin comparación) y distintos tipos de embutidos.

Técnicamente, tomé la fotografía en modo macro, aunque sin un objetivos especial…con mucho pulso (al menos, todo el que fui capaz) y unas condiciones de luminosidad que, como no, no eran las más adecuadas. Pueden observarse, en la superficie del fruto, las gotas de rocío todavía no evaporadas por el calor del sol.

Aunque las cerezas del norte de Cáceres sean exquisito bocado, creo que es la bellota la que representa un símbolo auténtico de Extremadura.

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Ateo y agnóstico:

«El agnóstico y el ateo tienen en común no creer en Dios, por eso los confundimos fácilmente», explica el filósofo francés André Compte-Sponville (1952). «Pero el ateo se aleja más, creyendo que Dios no existe. El agnóstico no cree nada: ni que Dios exista, ni que no exista. No niega la existencia de Dios (como lo hace el ateo); él deja la cuestión en suspense. Nadie sabe, en el sentido fuerte de la palabra, si Dios existe o no. La diferencia entre el agnóstico y el ateo, por tanto, no es la presencia o no de un pretendido saber. ¡Afortunadamente para los ateos! Si os topáis con alguien que os dice: ‘Sé que Dios no existe’, en un principio no es un ateo, es un imbécil». Compte-Sponville no sabe si Dios existe. Lo que sabe es que él no cree que Dios exista. Simplemente, porque la oferta religiosa es «demasiado bella para ser creíble»: ¿Quién no desearía una vida eterna, surtida de delicias paradisíacas? En este aspecto, se identifica con Ludwig Feuerbach, que veía en Dios una estafa genial que valoriza al hombre y le da un sentido a su vida.

Fuente: Revista Filosofía Hoy (facebook).